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La Pesca no se Anuncia - ebook
La Pesca no se Anuncia - ebook
Durante el periodo comprendido entre 1970 y 2010 Colombia registra cerca de 40.000 secuestros, de los cuales casi el 70% fueron realizados por las guerrillas de las FARC y el ELN. Residir en zonas rurales y transitar por las vías se convirtió en un permanente riesgo para gran parte de la comunidad pero por razones de trabajo, la gente aprendió a convivir con esta realidad.
La Pesca no se Anuncia es un recuerdo de las vivencias de uno de estos secuestros, perpetrado por un grupo insurgente colombiano en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. Éste también es un interesante relato de crónicas, sentimientos, angustias, valores y esfuerzos de una familia de provincia por liberar al protagonista. El libro registra hechos históricos, entrelazados con interesantes remembranzas académicas y vivencias propias, que permiten una lectura amena de un tema tan poco agradable como es la violencia en Colombia.
Kategoria: | Biography & Autobiography |
Język: | Hiszpański |
Zabezpieczenie: |
Watermark
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ISBN: | 978-958-48-9794-7 |
Rozmiar pliku: | 16 MB |
FRAGMENT KSIĄŻKI
Allá en la Sierra, custodiado siempre por el silencio de sus montañas y alimentado con los recuerdos del pasado, sentí muchas veces confusión por mi impotencia ante lo desconocido y desconcierto ante la posibilidad, que la complejidad de los hechos me estuviese colocando en el umbral del olvido y en el filo de lo imposible. Sin embargo, justo en ese momento y sin buscarlo, recuperaba la calma al escuchar en la distancia de mis pensamientos el sonido cada vez más fuerte del eco producido por un gigante que afanosamente se acercaba a mi realidad.
Eran ustedes, mi familia, mis padres, hermanos y hermanas, acompañados por esos amigos de siempre, que trabajando sin descanso, se abrían paso entre la espesura del momento, con el único propósito de acercarse a mi corazón y a mi destino, con esa decisión y valor propio de los valientes y con el amor y cariño que sólo otorga el amor de unos padres, la sangre de familia y la lealtad de los amigos.
Al recuperar la libertad, deseo pedirle a Dios que bendiga a mi familia y permita que disfrutemos de la felicidad y unión de estos momentos para siempre. Siento que la majestuosidad de la Sierra será ahora mucho más solemne, gracias a esta pincelada de amor, que con gran derroche de valor se acaba de agregar a su paisaje. Dios, mis padres, hermanos y amigos, estamos muy orgullosos de ti, Soledad.
Con admiración y gratitud,
Eduardo Silva Ardila, ingeniero de minas, secuestrado por la guerrilla del ELN cuando regresaba de su trabajo y retenido en algún lugar de las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta desde el 2 de marzo hasta el 23 de julio de 1997, fecha en la cual fue liberado, gracias a su hermana Soledad.
Charalá, El Nogal, julio de 1997EDUARDO SILVA ARDILA
Nació en Charalá, una pequeña población al sur de Santander, Colombia. Eduardo Silva Ardila pertenece a una de esas familias tradicionalmente ligadas al campo, amantes de la naturaleza, los principios y buenos valores. Con total convencimiento que la educación es la mejor herramienta para enfrentar los retos de la vida, culminó estudios superiores en Ingeniería Metalúrgica en la UPTC de Tunja en 1972.
Sus primeros años de vida laboral trascurrieron en Sogamoso, donde tuvo la oportunidad de familiarizarse con los retos y experiencias del campo de la minería. Persistente en su idea de superarse, logró ser beneficiario de una beca del ICETEX y del Ministerio de Minas para estudiar en Estados Unidos. En la Escuela de Minas de la Universidad de Missouri, Rolla, se graduó en Ingeniería de Minas y allí mismo, un año más tarde, terminó una maestría en esa especialidad Regresó a Colombia a finales de 1975, en donde, al encontrarse con poca oferta laboral, optó por irse para Venezuela y participar junto a un grupo alemán en la reactivación de una mina subterránea de carbón. Esta experiencia le permitió, unos años después, viajar a Suecia y vincularse con un grupo empresarial interesado en desarrollar minas de superficie en Venezuela y comprar carbón térmico a Colombia. Gracias a esta oportunidad, logró establecerse definitivamente en Colombia, donde ocupó cargos de alto nivel en la industria, en los que se destaca su participación en el inicio de operaciones de las minas del Cerrejón y de Drummond, y la dirección de una empresa de consultoría en representación de compradores de carbón. Unos años más tarde volvió a trabajar con Drummond en la parte comercial y, luego de trabajar en la puesta en marcha de una agencia marítima, se retira en 2017.
Actualmente, en honor a sus progenitores y por amor a su región, Eduardo pretende dejar una huella ambiental para las nuevas generaciones, dedicando parte de sus recursos y su tiempo a la siembra de árboles y a la conservación del medio ambiente. Finalmente, disfruta de su jubilación y de sus inversiones entre las soleadas playas del mar caribe y las frondosas montañas de su tierra natal, lugares que han servido de inspiración para el arte de la escritura y de motivación para registrar las memorias del secuestro que vivió en 1997 a manos de un grupo subversivo.
_La Pesca no se Anuncia_ es un interesante relato de crónicas, sentimientos, angustias y valores de familia que este evento generó. El libro registra hechos históricos, entrelazados con interesantes remembranzas académicas y vivencias propias, permitiendo una lectura amena de un tema tan poco amable como es la violencia en Colombia.PREFACIO
Para todos nosotros disfrutar la vida lo mejor posible es siempre un propósito, y lograrlo sanamente en todos los casos será un deleite. Más aún, si la vida transcurre de manera normal, en un medio amable, experimentando y acumulando gratos recuerdos al lado de la familia y de los amigos. No importa que esta normalidad ocasionalmente se altere por retos inherentes al trabajo, a la vida en comunidad y a los vaivenes de la economía. Para eso estamos acá, para disfrutar de ese gran privilegio que nos dio la naturaleza: Vivir.
Sin embargo, la vida aún no ha preparado a nadie para interrumpir abruptamente el devenir natural de su existencia por causa de una acción fuera de toda previsión y cálculo. Menos aún, cuando la acción no es ocasionada por fenómenos naturales, como puede ser un terremoto o una inundación, sino por un acto humano absolutamente imprevisible e inesperado, como es un secuestro. Por desgracia, en nuestro medio, el secuestro aún es practicado por algunos de nuestros semejantes bajo la excusa de una ideología.
Prometí registrar y dejar para la historia el testimonio sobre este secuestro antes que se borre de mi memoria y antes que los acuerdos de paz con la guerrilla minimicen una de las prácticas más inhumanas, degradantes y humillantes de la insurgencia.INTRODUCCIÓN
El tiempo, que todo lo sana, ayudó a pasar esta desagradable página. Al final, este evento contribuyó a enriquecer enormemente mi espíritu, y permitió convertirlo en un tributo de admiración y agradecimiento por siempre a mi familia y a mis amigos.
Mi familia enfrentó y manejó este caso con mucha lealtad a sus valores y principios, compartiendo con entereza, el manejo de esta adversidad entre los amigos cercanos y con prudencia y discreción ante los causantes de este evento. A nivel familiar se les indicó a los sobrinos, que el tío se había perdido en la montaña y lo estaban buscando. Era una manera sutil de evitar explicarle a los niños, todo lo que un secuestro significa dentro de una sociedad y así, disimular la triste realidad de la responsabilidad de la guerrilla sobre estos hechos, que aún hoy día, luego de tantos años de sentir el rechazo de la sociedad, no se da por aludida y ni siquiera considera su obligación de presentar excusas ante la sociedad.
La guerrilla se resiste a entender, que cuando secuestra a un ser humano, no solo afecta de manera directa a su víctima, sino también a todo su entorno representado en familiares, amigos y demás miembros de la comunidad en la cual convive. El factor multiplicador de la mala imagen de la guerrilla, como consecuencia de esta agresión a la dignidad humana, es inmenso y no se olvida fácilmente. Es por ello, que la consideración de perdón y olvido que ahora se pregona a favor de la guerrilla es tan compleja de asimilar, y explica en gran manera, el notorio rechazo y creciente desprestigio de esta agrupación.
En nuestro medio han ocurrido muchos secuestros cuya complejidad y detalles nunca se conocerán pues algunas de las víctimas no sobrevivieron al evento. Hay otros secuestros que dejaron heridas abiertas y por ello, a pesar del pasar del tiempo, nunca se cerrarán. También hay otros que dejan cicatrices que no se ven; esas se llaman recuerdos.
Las memorias y crónicas de este secuestro se fundamentan en hechos y personajes reales, que a pesar de ser uno más de tantos, por presentar detalles y valores propios de una familia de provincia consideré apropiado recordar y compartir.I. PREÁMBULO
Una ciudad llamada Santa Marta
Transcurría el año de 1997 y el mes de marzo prometía ser otro más, típico del verano que por esta época se presenta en la costa Atlántica Colombiana y que está caracterizado por días soleados, brisas suaves, temperatura ambiente cerca de los 28°C, y líneas de playas de arena fina, que al recibir el embiste suave de las olas del mar, permite apreciar desde la distancia la formación de esa franja blanca y espumosa con un maravilloso contraste de colores que los acuarelistas acostumbran registrar en sus obras de arte.
Vivía en un piso alto de un edificio de apartamentos ubicado en el sector Rodadero de Santa Marta, ciudad conocida como la perla del Caribe, capital del Departamento del Magdalena y reconocida por ser la primera ciudad fundada por los españoles en el continente. En la bahía del mismo nombre se presentan condiciones de calado muy afortunadas que permiten entender, por qué hoy día Santa Marta se ha convertido en un puerto de mucha actividad en el área de exportación de materias primas e importación de bienes y equipos¹. Esta actividad se complementa con un creciente desarrollo de la industria de turismo de playa, de montaña y de historia.
Santa Marta está ubicada alrededor de una hermosa bahía. Aparte de ser reconocida como la ciudad más antigua de América, es un destino turístico para muchos colombianos y también para un inmenso número de visitantes extranjeros. En ello influye que Santa Marta acumula un rico pasado histórico, un clima soleado la mayor parte del año, hermosas playas de arena fina y una gran diversidad de paisajes y lugares exóticos. Su cercanía con una reserva natural conocida como Tayrona y con el imponente paisaje de la Sierra Nevada la identifica como un lugar lleno de exuberante naturaleza. Santa Marta es la única ciudad del planeta que exhibe una montaña con nieves perpetuas a una distancia relativamente cercana a su línea de playa. En esta ciudad murió Simón Bolívar, El Libertador, y por tanto, la casa de campo en donde pasó sus últimos días, de estilo colonial y muy bien conservada, conocida como la “Quinta de San Pedro Alejandrino”, es un sitio obligado de visita para propios y extraños.
Sin el agite y complejidad de las grandes ciudades, Santa Marta ofrece una calidad de vida cómoda y apacible.
Un día más de trabajo
Encendí el contestador automático de mi teléfono para conocer los mensajes más recientes. No había muchos, pero había uno que era especial, pues tenía que ver con mi trabajo.
Aunque las oficinas de la Empresa para la cual yo laboraba en ese entonces, estaban ubicadas en Barranquilla, pero por razones de funcionalidad yo operaba desde mi apartamento en Santa Marta. Ya para esta fecha esta ciudad se perfilaba como base principal de la exportación de materias primas, especialmente el carbón. Por otra parte, el fax, el teléfono fijo y el beeper facilitaban significativamente las comunicaciones internas.
El contestador dejó escuchar un mensaje de David Dawes, un activo _trader_ de Shell en el área de carbón térmico, llamaba esta vez desde Londres. Con típico acento inglés, me indicó que se tenía programado un embarque de carbón para los próximos días y consideraba importante, que yo fuese a la menor brevedad a la mina del carbón del proveedor a realizar una visita de reconocimiento y actualización sobre el estado de preparación de esta carga. David indicó que estaría llegando a Santa Marta un par de días antes de la llegada del buque.
"Está bien", pensé. Desde hacía varios días tenía pendiente una actualización sobre el estado de avance de una mina de gran escala que se encontraba cerca de la vía. Era, por tanto, una buena oportunidad para hacerlo y para disfrutar el tiempo. Así que llamé a mi viejo amigo Jairo Caicedo, Gerente Comercial de Carboandes, compañía dueña de la mina El Diamante, quien a su vez me comunicó con la persona a cargo de la mina. Carboandes era proveedor de carbón de David Dawes desde hacía mucho tiempo. También llamé al ingeniero a cargo de la mina Calenturitas, aún en construcción, y cuya dueña era la empresa Prodeco². A este último le comuniqué que el día viernes por la tarde pasaría por allá y al ingeniero de El Diamante que lo haría el sábado por la mañana. Ya nos conocíamos, así que me respondieron que con gusto por allá me esperaban.
El Diamante, era una mina de mediana escala, que extraía carbón por métodos de minería a cielo abierto en la zona de la Jagua del Departamento del Cesar y estaba ubicada a más de 250 km de Santa Marta. Pese a que Santa Marta estaba conectada por Ferrocarril con el interior del país, allí se usaban camiones para transportar esta carga al puerto, porque la línea de ferrocarril no pasaba cerca de la mina y además esta vía férrea aún estaba en proceso de rehabilitación.
Luego de trabajar muchos años en el desarrollo y puesta en operación de varios proyectos mineros de gran escala en el norte de Colombia y en el oriente de Venezuela³, me había vinculado hacía un par de años con unos empresarios Americanos para montar y desarrollar en Colombia una empresa de servicios y consultoría orientada a los compradores, comercializadores y usuarios del carbón proveniente de Sur América. Se trataba de Coal Export Services Ltda.
Aunque Colombia también produce y exporta carbón metalúrgico, la opción de servicios de esta empresa se orientaba más hacia el carbón térmico, por tener un mayor volumen de exportación. Las compañías productoras de carbón a gran escala están ubicadas en los departamentos de La Guajira y Cesar y disponen de instalaciones portuarias integradas vía ferrocarril con sus minas.
La oferta de servicios cubría básicamente el seguimiento a nombre del comprador, al producto de exportación durante las etapas previas a su entrega final en el puerto. Ello implicaba el envío de informes periódicos de actualización del estado de preparación de la carga durante la etapa de explotación, de transporte, de almacenamiento en patios, de muestreos y análisis, y del cargue y despacho del buque. Todo ello con especial referencia a la calidad y al tiempo de entrega.
Estos servicios, novedosos para la época, tenían muy buena aceptación y permitían sostener razonablemente la operación de la Empresa.
Notas sobre el uso del carbón en la industria
El carbón ocupa un lugar prominente en el desarrollo industrial de la humanidad; contribuye en un 37% a la generación de la energía eléctrica del mundo y en un 74% en la manufactura del acero utilizado a nivel mundial. Colombia es un referente en esta industria⁴.
Para algunos países el carbón es de vital importancia. Para la época en que se desarrolla esta historia, Estados Unidos dependía en un 57% del carbón para la generación eléctrica, y estaba bajo una inmensa presión por la exigencia de ambientalistas locales hacia la prevención, disminución y eliminación de una excesiva emisión de gases contaminantes al ambiente como resultado de la utilización de carbón en las plantas termoeléctricas. El carbón provenía de minas cercanas a las plantas y en algunas de ellas, por razones asociadas a su formación geológica, el carbón presentaba un alto contenido de azufre.
IMAGEN 1: Generación de la lluvia ácida (AirGO, 2018).
Como es conocido, el carbón al quemarse emite gases y algunos de ellos son óxidos de Azufre (SO2). Bajo el efecto de la luz solar y del agua, el azufre contenido en el carbón se libera como efecto de la combustión y, dada su afinidad molecular con el hidrógeno, al contacto con el vapor de agua (H2O) presente en la atmósfera forma el ácido sulfúrico (H2SO4), cuyo efecto, al caer y hacer contacto con la naturaleza, es muy negativo y por tanto indeseable. Es lo que conocemos hoy como _lluvia ácida_⁵.
Por razones ambientales se volvió necesario para los Estados Unidos evitar y disminuir al máximo esta emisión de gases en las plantas térmicas. Esta decisión implicaba actualizar las plantas, empleando tecnologías bastante efectivas pero también significativamente costosas. Por esta razón, la industria generadora de energía de Estados Unidos consideró entonces que, para evitar estas inversiones, una buena alternativa era consumir carbones con bajo contenido de azufre.
Es en este momento del mercado cuando aparece Colombia como una opción muy interesante y competitiva, pues el carbón térmico colombiano se caracteriza por ser de bajo contenido de azufre y porque además, por vía marítima, está relativamente cerca de los Estados Unidos. Solo toma cuatro días llevarlo a los puertos de la costa este.
Solo había un detalle que preocupaba a los ingenieros de las plantas térmicas y a los agentes comerciales de las empresas usuarias del carbón: La confiabilidad en la calidad del producto.
No tenía sentido empezar a importar carbón de un país como Colombia y eventualmente descubrir que la calidad del producto no era confiable y quedar con ello sin una respuesta apropiada para algunas pequeñas empresas e inversionistas mineros de Estados Unidos a quienes se les estarían dejando de comprar.
Esta preocupación era fundamentada. Motivado por las buenas perspectivas del mercado para el carbón, para inicios de la década del 90, acá en Colombia empezaron a desarrollarse y a operar una gran cantidad de minas de pequeña escala en los departamentos del Norte del país.
Numerosas minas con discretos niveles de producción fueron abiertas por un gran número de particulares. Ello generó a su vez una oportunidad para promover inversiones adicionales en instalaciones portuarias de pequeña escala en algunas ciudades de la costa atlántica. En el mercado se experimentaba un relativo auge de carbón y los mineros, muy animados, ofrecían su carbón por medio de agentes comercializadores, alentados por la oportunidad de colocarlos en el exterior.
Sin embargo, ante los ojos del comprador o usuario final, la calidad y confiabilidad de un producto procedente de estas minas pequeñas, era una preocupación. Esta preocupación iba desde las prácticas de explotación en la mina hasta el manejo del producto en el puerto de exportación.
En comparación con lo anterior ya para esta década, atraídos por las perspectivas futuras del carbón, algunas compañías internacionales de reconocida solvencia y capacidad minera se habían establecido en Colombia y habían desarrollado proyectos de gran escala, tales como las minas que operaba Exxon en el Cerrejón, departamento de la Guajira y las minas que operaba Drummond y Glencore, de origen americano y Suizo, en el departamento del Cesar.
Sin duda, la experiencia y organización de estos proyectos generaban en el comprador mucha más confianza y confiabilidad en la calidad y cumplimiento en la entrega en el puerto de exportación, comparada con la que ofrecían minas de pequeña escala. Nuestro trabajo de seguimiento y consultoría estaba enfocado a estas últimas.
Inspecciones de Campo
Luego de recibir el mensaje de David Dawes empecé a prepararme para cumplir con esa tarea. Se trataba de realizar un viaje de inspección y reconocimiento a un distrito carbonífero dónde estaba la mina proveedora con el objeto de dejar constancia y dar confianza a los compradores y usuarios.
Además, también conllevaba un mensaje de motivación para los pequeños mineros, haciéndoles ver que su producto era de interés para los compradores en representación de nuestra empresa. Los mineros proveedores así lo entendían y en todos los casos, la atención y respuesta era abierta y generosa.
Escuché el mensaje nuevamente para tomar nota de las áreas de interés específicas que David Dawes quería de este embarque para su usuario final en Irlanda. Allí había alguien pendiente de esta carga: Richard Kane. Richard representaba al consumidor allá en Irlanda y era un gran conocedor de las bondades del carbón colombiano. Richard contaba con que el producto llegase al puerto dentro de la granulometría acordada en el contrato. Muy de su estilo y elegancia. David se disculpó al final del mensaje por alterarme los planes para el fin de semana.
Tomé mis botas mineras de suela corrugada, el casco y el blue jean de viajes al campo. Revisé mi carro, un Mazda 626 modelo 95, y tomé dinero en efectivo para los gastos de viaje. Salí temprano en la mañana, eran cerca de cuatro horas de viaje.
Aunque la vida me había dado la oportunidad de trabajar en la puesta en marcha de grandes proyectos mineros, este nuevo reto profesional me permitiría ampliar mi conocimiento sobre la minería a mediana escala, e incluso valorar en detalle la calidad del carbón producido en estas regiones del país. Esta referencia temática se había convertido en la razón principal de mi trabajo como consultor de compradores y usuarios de carbón.
Todo hacía parte de mi rutina, así que no avisé a mi familia ni tampoco a personas cercanas. No tomaría más de tres días. Ni por un momento se me ocurrió pensar que esta vez no sería un viaje de rutina sino uno muy especial.II. EL ECO-PAISAJE DE LA SIERRA
Colombia es un país reconocido por su gran diversidad. Sus regiones naturales reúnen todos los ambientes del trópico: nevados, playas, llanuras, montañas, selvas y desiertos. La región alrededor del entorno de la Sierra Nevada en el mar Caribe es una de ellas.
Ruta hacia el distrito del carbón
Así que viajar por la vía que comunica a Santa Marta con las minas del Cesar era de alguna manera un deleite para la mente, un descanso para el espíritu y un regalo para la vista, dada la oportunidad para disfrutar de la diversidad del paisaje, de los inmensos cultivos y plantaciones, de los recuerdos de la historia y sus personajes, todo ello pese a que, conducir por esta vía demanda mucha atención, pues es de alto tráfico. Algunos de los proyectos de carbón ubicados en el Cesar son parte de la galería de proyectos en operación amigables con el medio ambiente.
Saliendo de Santa Marta, la vía bordea inicialmente el mar Caribe y luego, un poco antes de llegar a la ciudad de Ciénaga, gira hacia el sur bordeando por un buen trayecto el lado oeste de las estribaciones de la Sierra Nevada. Hacia ese lado se podían observar las grandes extensiones de una próspera agroindustria: Los cultivos de banano y palma de aceite.
La Sierra Nevada de Santa Marta y su cercanía a la costa, solo 42 Km, es única en el mundo. Este sistema montañoso ubicado a 5.575 metros sobre el nivel del mar permite disfrutar de todos los climas en un trayecto muy corto. La Sierra Nevada es además conocida por albergar aún a poblaciones precolombinas y por guardar en su seno un parque arqueológico, conocido como _La Ciudad Perdida_. Además, concentra en poco espacio una gran diversidad de aves y especies, comparado con otros lugares del mundo como la Amazonía.
Gracias a ciertos factores atmosféricos relacionados con su colocación en el trópico y a la ubicación geográfica de la Sierra Nevada, ésta actúa como un escudo amortiguador de los vientos alisios que vienen del Nordeste, bloqueando los huracanes del Caribe. Sobra decir que gracias a la Sierra Nevada, ésta región no es desértica como sí lo es la Guajira y el Norte de África.
Esta característica geográfica de la Sierra, además de los ricos suelos localizados en la parte sur de la misma, habría facilitado el desarrollo a nivel industrial del cultivo del banano y de la palma de aceite.
Con toda razón Santa Marta era ya un sólido exportador de banano y se vislumbraba como un gran productor y eventual exportador de aceite de palma. Lo del aceite de Palma era relativamente reciente. Algunos empresarios de la costa tomaron la experiencia de Malasia e Indonesia, y en base en ello establecieron esta agroindustria en el norte del país, en especial en el norte de Santander, en el centro del Cesar y en el sur del Magdalena. Esto impulsó a Colombia a ser el primer productor de aceite en Sudamérica para la fecha⁶.
En el caso del banano, su desarrollo fue a priori. Colombia había incursionado en el cultivo del banano desde muchos años atrás. Fue a inicios del siglo pasado cuando unos empresarios de Estados Unidos crearon una empresa para explotarlo, conocida como _United Fruit Company_. Se establecieron en esta región del Magdalena y se encargaron de construir una línea férrea para llevar la carga al puerto de Santa Marta.
IMAGEN 2: Plantación de banano, zona bananera del Magdalena.
Recordaba también que esta compañía había pasado a la historia, no solo como promotora del cultivo del banano, sino también por haber protagonizado un lamentable evento laboral alrededor del año 1928. En efecto, luego de más de un mes de huelga por malestar de sus trabajadores con esta empresa, el Gobierno por medio de su ejército, reprimió la manifestación con excesos de fuerza y por ello, esa acción que ocurrió justo en la estación del tren de Ciénaga, quedó registrada en la historia como la _Masacre de las bananeras_. Se dice que el ejército masacró a más de 300 personas, aunque al final en realidad sólo se reportaron 17 víctimas fatales.
IMAGEN 3: Sierra nevada de Santa Marta, tierra de nieves, naturaleza y tribus indígenas (Diario del Norte, 2019).
Tenía muy presente estos detalles, pues nací en Charalá⁷, un pueblo de Santander, que durante la época de la independencia se enfrentó en un puente sobre un río a un batallón de curtidos militares que iban a auxiliar a las huestes españolas en el territorio de Boyacá. Gracias a este enfrentamiento se demoró la llegada de los españoles y así Bolívar ganó la batalla que liberó finalmente a Colombia. Mientras la batalla del puente de Boyacá registra en la historia 17 muertos, en la batalla de mi pueblo, el ejército español masacró a más de 300 aldeanos con escasa formación militar_._ Aunque en ambos casos no hay certeza histórica del real número de bajas, por tradición oral en el caso de Charalá y por algunos documentos de la época en el caso de Ciénaga, todo indica que en estas dos masacres, hay esos dos números en común. La diferencia estaba en el lugar: en un caso muchos de los muertos terminaron en el mar Caribe y en el otro, en el río Pienta.
El viaje me permitió pasar también por Aracataca, un pueblo reconocido no sólo por estar en el corazón de la zona bananera sino porque allí también nació el escritor Gabriel García Márquez, quien con su novela _100 Años de Soledad_ se había convertido en una celebridad mundial y con ello había contribuido a colocar a Colombia como un referente de las letras. La Academia Sueca le otorgó el premio Nobel de Literatura en 1982.
IMAGEN 4: Trayectoria y áreas de Acción de los Huracanes
Mientras más conducía hacia el sur, más me acercaba a otros poblados ubicados alrededor de la vía _Copey y Bosconia_. El paisaje al alejarse de las montañas y laderas de la Sierra Nevada se tornaba más seco y menos verde. En esta parte del mundo los primeros meses del año son de verano y acá en la costa norte de Colombia los veranos se caracterizan por ser muy intensos.
IMAGEN 5: Plantación de palma de aceite. Fundación, Magdalena (Tomado de Google)
Copey era un poblado que servía de despensa a los campesinos de este lado de la Sierra. Bosconia a su vez es un poblado de mucha actividad comercial por estar ubicado en una intersección vial hacia todos los puntos cardinales y por tanto, poder ofrecer todo tipo de servicios a los transportadores. Su vecindad con algunos proyectos mineros también le había ayudado a dinamizar el comercio.
Las Minas de Carbón
La mina El Diamante era parte del distrito minero conocido como _La Jagua de Ibirico_, cuyas oficinas estaban ubicadas en Valledupar.
De acuerdo a mi plan de viaje y dado que estaban cerca a la vía, primero iría a la mina Calenturitas y después a la mina El Diamante. En efecto así lo hice, luego de pasar por Bosconia conduje una hora más hacia el sur y me aproximé por una vía destapada hasta la mina Calenturitas.
A la entrada de la mina había una puerta de control y vigilancia; cumpliendo con las normas me identifiqué e indiqué a los encargados de seguridad que tenía una cita con el gerente. Se tomó nota de las placas de mi vehículo y el oficial de seguridad llamó a la Gerencia. Mi ingreso fue aprobado y se me invitó a seguir con mi vehículo. El jefe de seguridad amablemente me acompañó y guio hasta la oficina, ubicada en la parte superior de una colina que permitía ver una gran parte de la mina en preparación.
IMAGEN 6: Ubicación de la minas de La Jagua y de Calenturitas.
Luego de saludarnos con Pedro Arce, el gerente, usando un vehículo de la mina, hicimos un recorrido rápido por los trabajos e instalaciones en proceso de construcción, el plan era que esta mina llegase a producir más de 5 millones de toneladas en el corto plazo y que luego, por medio del ferrocarril, el carbón fuese llevado a Santa Marta. La construcción de la mina estaba dentro del cronograma. Tomé algunas notas. Fuimos a almorzar en el campamento y continuamos hablando sobre el tema. Al final nos despedimos, no sin antes agradecer su tiempo y apertura para compartir el avance y estado del proyecto. En alguna época coincidimos con Pedro en el trabajo en las minas del Cerrejón, éramos de la misma ciudad y además Pedro conocía a algunos de mis hermanos, pues fuimos vecinos en Bucaramanga. Así que el encuentro permitió un cordial intercambio de información y esto facilitó mi actualización sobre el proyecto.
Me retiré de la mina luego del medio día y volví a conducir por una hora hacia el norte, hasta Bosconia y de allí tomé la vía hacia Valledupar, la capital del departamento del Cesar. Mi plan de viaje incluía, por formalidad y cortesía, pasar muy temprano al otro día por la oficina comercial de El Diamante (Valledupar) para confirmar mi visita.
El trayecto Bosconia – Valledupar es de casi una hora por vía pavimentada y plana, y bordea por el sureste las estribaciones de la Sierra Nevada.
El Departamento del Cesar
El Departamento del Cesar es una región de variada geografía. Su comunidad tiene acento e idiosincrasia propios. El Vallenato es un ritmo que identifica su folclore, y está caracterizado por alegres y vibrantes tonadas musicales que en prosa costumbrista presenta anécdotas, comparte sentimientos y relata historias locales.
Este ritmo musical nació y se desarrolló en este departamento. Ello había convertido a Valledupar en una referencia cultural a tal punto de entrelazar el Vallenato con la identidad musical del país. Aunque originalmente se interpretaba en guitarra por juglares locales, el acordeón de botones se había convertido en el protagonista y era ahora el instrumento a cargo de la melodía acompañado por tambores e instrumentos de ritmo. Cada año a finales de abril, se celebraba allí el Festival Vallenato y ello atrae una gran multitud de artistas y personalidades bohemias y musicales de todas partes del país.
El Departamento del Cesar es también conocido por la ganadería extensiva. Buenos pastos y llanuras inmensas permiten tener hatos con varios miles de reses. Además de ello, el departamento del Cesar y de la Guajira eran los mayores productores de carbón de Colombia.
Drummond, una empresa de origen familiar nacida en Alabama, Estados Unidos, se había ubicado en el Cesar y adelantaba por esta época la rehabilitación de la línea de ferrocarril que facilitaría llevar el carbón de sus minas hasta el puerto de Santa Marta. Una compañía de ingeniería de Brasil, Odebrecht, estaba a cargo del contrato de reconstrucción de los casi 200 kilómetros que distanciaba las minas del puerto.
Sin duda, era un departamento lleno de futuro por sus inmensas perspectivas de desarrollo. Sin embargo, desde hacía algún tiempo se experimentaba un delicado y creciente problema de convivencia ciudadana.